Ruta de localización de posibles "ovetarium" en La Cañada/ Herradón
Ruta por los ovetarium de La Cañada
Un vecino de La Cañada, con 40 años en el pueblo, se puso en contacto en verano, interesado en que le acompañaramos a ver unas formaciones de piedras próximas a su vivienda.
Habían aparecido toda vez que el pasto había sido devorado por el ganado y no había logrado regenerarse. Fernando, que así se llama este vecino, nos mostró, con entusiasmo, lo que él pensaba que podría ser algún tipo de enterramiento arqueológico.
Ciertamente en la zona, existía el poblado de Valbellido, actualmente destruido, que vivía del ganado y del cultivo, en donde aún se pueden ver los restos de las acequias que canalizaban el agua de los distintos arroyos y manantiales a los prados. Allí sigue en pie algunas estructuras en los arroyos para preservar el agua, restos perimetrales de las viviendas, así como restos de muros de la ermita. Cuenta la leyenda local que aquellos prados y pastos de abundantes aguas de Valbellido no tenían inicialmente dueño y que se los disputaban Herradón de Pinares y Navalperal de Pinares. La leyenda dice que no se ponían de acuerdo, por lo que llegaron a un acuerdo. Los primeros vecinos que llegaran a la ermita, se quedarían con la virgen, mientras que “los perdedores” con los pastos. Así fue la cosa que los más madrugadores fueron los rabonceños,, que felices por haber llegado los primeros a la ermita fueron premiados con la Virgen de Valbellido, mientras que los coritos se quedaron con los frondosos pastos. Hoy en Herradón se sigue celebrando una misa y procesión con la imagen de la Virgen de Valbellido, en torno al 15/16 de mayo, así fue que el límite entre La Cañada con Navalperal apenas separa unos metros desde el fin de las viviendas, lugar en el que empieza el paraje de Valbellido, ya perteneciente a Navalperal de Pinares. Los coritos, con el paso del tiempo, fueron perdiendo su patrimonio, ya que las tierras, a causa de las distintas desamortizaciones, fueron a parar a manos particulares, es decir, de quienes podían comprarlas, y en la actualidad el 75% del término municipal de Navalperal de Pinares está en manos privadas ( 35% de la Sociedad de Pastos, 25% de la Cámara de Comercio) .
OVETARIUM
Pero volviendo al tema que nos ocupa, que es el interesante, al menos para quien suscribe estas líneas, por formar parte de un patrimonio cultural perdido, son los conjuntos perimetrales de rocas a modo de refugio-paridera.
Todo apunta a que se trata de “ovetariums” . No podemos olvidar la proximidad de la cañada real leonesa oriental, para presuponer que quizá, esas formaciones sean pequeños refugios para el ganado de paso, o parideras donde recoger a los animales. De igual forma los "ovetarium" son pequeñas parideras, generalmente redondas de piedra que surgen en el medio ganadero, de sierra, para proteger a los rebaños de ovejas y cabras tanto de los animales silvestres como de las inclemencias del tiempo y también construcciones más elaboradas de planta rectangular con pilares de madera en su interior, para la misma función. En origen fue destinada a la protección de las hembras preñadas, que eran cerradas allí para parir, evitando que el intenso olor de la placenta atrajera a carnívoros.
La referencia más antigua a un “ovetarium” data de un documento del siglo XI. En él, el rey de Castilla Alfonso VI cede al obispo de Sigüenza y a sus descendientes la aldea de Saviñán haciendo referencia a una paridera, que en el documento original, escrito en latín, denomina “ovetarium”, y que sitúa en La Serna del Obispo, en Ávila[1]. Sin embargo, es probable que fuera el pueblo romano quien introdujo esta construcción en nuestra península, puesto que entre los múltiples avances que trajeron a la península también estaba la ordenación de las explotaciones ganaderas y agrícolas. La techumbre de tejas de arcilla a dos aguas, la estructura interior y la planta rectangular son más propias de la arquitectura hispanorromana. Pero es sabido que los pueblos prerromanos construían casas de planta circular y la techumbre era de enramado, sin teja.
Además, hay plantas perimetrales similares que hemos podido documentar en el paraje del tocón del caballos, en San Bartolomé de Pinares. Estas “plantas”, restos presumibles de ovetariums, son difíciles de ver si no te sitúas a altura, por lo que a simple vista son prácticamente imperceptibles.
Ortiz y Sacristán (2001)[2] sostienen que “la arquitectura de las parideras presenta características muy primitivas, que sin embargo desvelan, al estudiarlas, una larga tradición de técnicas constructivas, transmitida oralmente.
La ubicación habitual de la paridera es una majada. Ya en el siglo XX los ovetariums dieron paso a construcciones más robustas, también en piedra, que podemos ver, destruidas o no, por los campos, y que también han servido como refugios.
En Herradón y en La Cañada se han podido registrar estructuras con características de ovetariums aisladas, recordando que el municipio , en su aspecto ganadero, tuvo sobre todo ovejas a los largo de los siglos, y no tanto vacas. consecuentemente, es posible que aún, queden restos de esta actividad ovina, que sobrevivió en La Cañada/Herradón hasta los años setenta del pasado siglo XX.
[1] Layna Serrano, Francisco (1994). «Castillo de la Torresaviñán». Castillos de Guadalajara. Guadalajara: Aache ediciones
[2] Arquitectura rural en la serrania de guadalajara: las parideras y los casillos. ORTIZ CARRASCOSA, Olga / SACRISTAN TORDESILLAS, Martín. Publicado en el año 2001 en la Revista de Folklore número 247.