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Neila de San Miguel y los Juntanales, una ruta por la foresta del Alto Tormes.

Ruta: Circular de 5 kilómetros.

Salida: En coche desde La Cañada - Ávila- hasta Neila de San Miguel, N-110.

Viabilidad: senderismo, senderismo con perros, bicicleta.

Dificultad: muy fácil

Horas: 2 horas en coche hasta Neila y vuelta. Una hora de ruta por el paraje de Los Juntanales.


Visitamos Neila de San Miguel, municipio abulense de menos de 70 habitantes, en el Alto Tormes, a dos horas en coche desde La Cañada, donde comprometidos amigos están desarrollando un proyecto de vida, de Aula de Naturaleza.


Llegamos a Neila, una vez allí, nos dejamos embaucar por su arquitectura urbana en piedra, que salvo excepciones, hace del pueblo un lugar francamente precioso.



De igual forma nos dejamos guiar por Ángel y su espectacular casa, reformada y biostenible, realizada con materiales de bioconstrucción, tales como maderas nobles, adobe, bostas de vaca o queso fresco. La finalidad no es sólo el re-encuentro, sino aprender de personas que saben mucho, por estudios y profesión, de recursos forestales, cuidados del bosque y aprovechamiento de sus recursos de manera sostenible, ya que Neila de San Miguel destaca sobre todo por su impresionante masa forestal de castaños, robles, encinas…


Tras la comida, iniciamos una pequeña ruta por el bosque, en el paraje denominado Los Juntanales, mientras nos comentaban cómo se ha de gestionar el mismo para la prevención de los incendios y las tareas de mantenimiento que hay que hacer.




La ruta caminada.


Realmente el entusiasmo de Ángel por su trabajo se transmite y acabamos comprendiendo muchas practicas forestales que habíamos observado sin entender su por qué.


Las malas, como las talas abusivas de árboles sanos, incluso centenarios ( recordamos así la tala que se hizo en 2008 y 2009 en La Cañada, que dejó al bosque mutilado, sin aparente criterio de biosotenibilidad, haciendo que muchos pinos se secaran tiempo después, al no obtener nutrientes que por raíz, en cadena, obtenían de los que talaron) o las mutilaciones de los árboles, esas podas extremas que hacen que el árbol necesite mucho esfuerzo para poder rebrotar, árboles que quedan con el tronco desmochado, desprovistos de casi todas sus ramas y, muchas veces, reducidos a una especie de candelabro fúnebre .


Me detengo en esto porque me parece preocupante que las Administraciones públicas permitan este tipo de podas abusivas, los árboles, como organismos vivos se debilitan, enferman y mueren por ese manejo. La Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono (ARBA) por ejemplo, tilda estas podas como mutilaciones y argumenta “prácticamente esas podas suponen cepillarse al árbol. Lo que hay que hacer es quitar las ramas que están secas o enfermas y, prácticamente, dejarle expresarse de forma normal. Con esos cortes lo único que haces son unas heridas muy grandes por las que entran virus y hongos”.


Y también, las buenas, con ejemplos prácticos sobre la marcha, como la importancia de la selección de ejemplares para su tala permitiendo que los demás crezcan y se desarrollen adecuadamente, hasta la necesidad de liberar los troncos de escaramujos y zarzas, para evitar que, en caso de incendio, las llamas lleguen a las copas.


Tras la ruta didáctica, en la que aprendimos mucho (gracias a Ángel y Sole por su generosidad y sabiduría) otra de las singularidades de Neila es su torre de la Iglesia de San Miguel.


Estamos ante un interesantísimo caso de cristianización de primitivos asentamientos vetones, hablamos de la etapa pre-romana, II y siglo I a. C.


De aquellos vestigios podemos encontrar chozas, legado vetón menos conocido que las esculturas zoomorfas de los verracos, sin embargo, chozos y puentes en la ribera del Tormes, han persistido a lo largo del tiempo. Es más, en el Alto Tormes, lugar al que pertenece Neila de San Miguel, persisten aún esas construcciones toscas, de una gran solidez, hechas para durar, nunca mayores de 10m2. Podemos encontrar en Neila estructuras a las afueras de la localidad que aún son utilizadas con fines ganaderos (Savirón y Mayoral, 2007) (1) Estos chozos son construcciones auxiliares y suelen estar en los prados, se hacían con grandes losas de granito y rocas.



También destacan los altares lugares en canchos altos para hacer rituales. En el valle del Becedas y Becedillas los vestigios vetones son importantes, desde el Castro de Paredejas (Medinilla) , en el Berrueco de Gilbuena y en la Cantera del Becedas. Este imponente territorio, caracterizado por su verdor, umbría y su masa forestal, que, siendo un año, 2019 extremo de sequía, tiene sus prados verdes, no pasó desapercibido para Unamuno(2), quien le dedicara a Neila algunas palabras. Los altares vetones cumplían su función ritual, no olvidemos que eran un pueblo guerrero, dedicado a la ganadería, que incineraba a sus muertos, estrechamente vinculados con la naturaleza, adoraban al sol, a la luna y a los animales, haciendo rituales de sangre con ellos, se conjetura, coincidiendo con algún solsicitio.


Sin embargo, esta cultura céltica, guerrera y de pastoreo, tuvo dispar suerte en la zona, por la cristianización de la Reconquista, quien inició un proceso de repoblación “cristiana” en zonas vetonas. No olvidemos que fue Alfonso VII quien “tomó” la comarca de El Barco, y después, Alfonso VIII, la de Béjar (tras fundar Plasencia) A partir de ese momento, la cristianización “ocupo” todos los enclaves considerados “paganos” procedentes de las culturas celtas y del pueblo vetón. San Bartolomé de Béjar, Neila de San Miguel, Gilbuena, Junciana, Palacios de Becedas y Becedas son vestigios de aquella etapa vetona criatianizada, en donde todavía se pueden encontrar vestigios vetones. No es extraño, por tanto, encontrar en pueblos como Neila de San Miguel, un cancho, presumiblemente ritual, con una torre cristiana en su cima así como cruces de granito en las entradas de los pueblos. En este sentido destacan el “Calvario de Becedas” que mira hacia el pico de la Peña Negra, la Cruz de Piedra de San Bartolomé de Béjar y , la Cruz de piedra de Neila. Así en Neila, la Iglesia de san Miguel se erige sobre un cancho, que como decimos, por su ubicación y vistas hacia los valles, seguramente fuera ritual. Esta Iglesia data del siglo XV.


Es una zona tan paisajísticamente interesante, con recursos endógenos, hoy en día por explorar y reevaluar, que no nos extraña la disputa entre Ávila y Salamanca. La zona perteneció a Salamanca hasta que, en 1883, se resolvió esta disputa territorial a favor de Ávila.


Tras despedirnos de tan intenso e interesante día, regresamos para La Cañada, a las ocho de la tarde, prometiendo volver.



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Notas

(1) “Lugares de habitación rupestre”: http://www.celtiberia.net/verlugar.asp?id=758.

(2) "Andanzas y visiones españolas" Miguel de Unamuno, Alianza Editorial, 1988.

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