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Ruta por la magia del bosque "la pedriza" (La Cañada, Ávila)

En La Cañada, Ávila, los bosques esconden secretos.

Todos los bosques esconden secretos, parajes ocultos y leyendas. Hay algunos cuyas leyendas cuentan que los caminantes se adentran y no regresan jamás (Aokigahara Jukai) o son bosques animados (Bosque de Oma) o son elegidos por los espíritus para pernoctar por toda la eternidad (Forest Hills) o están encantados (Bosque de Orrius) o son bosques que ayudan a los que detestan la injusticia (Bosque de Sherwood). Nuestro bosque (Pinar de la Pedriza) tampoco es ajeno a sus misterios y encantos.


Hay mañanas soleadas y secas que nos saludan con una enorme brumada, aparecida de la nada, que asciende por el bosque y lo envuelve todo hasta los llanos, como avisando, para que no sigas adelante, por si acaso.

Hay ramas que simulan puertas, que te invitan a entrar.

Hay duendes del bosque, que nos observan, sin apenas ser vistos.

Calaveras extrañamente dispuestas que anuncian quizá, alguna suerte.

Menhires ocultos que en mitad del bosque parecen vigilar el horizonte o a nosotros mismos.

Por eso, cuando Ignacio Duermes nos habló de la leyenda de la dama blanca del bosque le escuchamos con atención. En muchos pueblos y culturas hay una dama blanca que se aparece en carreteras, vías, baldíos, cementerios, cruces de caminos, castillos, bosques y ríos. Ignacio Duermes es un gran defensor de los bosques: "si reflexionáramos por un momento toda la belleza y toda la vida que encierra un bosque no permitiríamos su deterioro".


Ignacio Duermes, paseador de bosques, cuenta que la dama blanca del bosque de La Cañada apenas se deja ver, pero que de vez en cuando, en noches de luna azul, sale y se pasea con su lamento. Sabedor de su existencia, Ignacio Duermes acudía en noches claras de luna azul a buscarla. La última vez que la pudo medio ver fue en 2009 “justo después de que hicieran la tala del bosque, quedando, como podéis ver, muy dañado” “Yo creo- afirma- que salió a lamentar el estropicio, vi hasta nidos caídos, sin contemplación”. Tiene sentido. Las damas blancas son siempre mujeres dolientes, cuya pena por alguna pérdida acontecida, las lleva a aparecerse para que tratemos de repararla ( la pena) o de consolarla (a ella).


Ignacio Duermes es un hombre ya viejo, mayor y lamenta no poder re-encontrase con la dama blanca que solo parece haber visto él, pero narra con orgullo de perro viejo, su presencia entre los pinos de La Cañada. Él cree que es una dama justa.


Sugestionados por la historia de la dama blanca del bosque de la Pedriza decidimos en la noche de la segunda luna llena ocurrida durante un mismo mes (algo que sucede aproximadamente cada tres años) salir a buscarla. Era el 31 de julio de 2015. Parapetados, con una cámara fijada en el suelo, por la zona por donde Ignacio Duermes la vio por última vez hace seis años, decidimos esperar. Y esperamos y esperamos. Pasaron las horas y nada.

Nos marchamos a casa llenos de “pinocha” por el pelo y la ropa, algo frustrados, pero en todo caso emocionados. A la mañana siguiente la curiosidad quiso que viéramos lo grabado. Esto fue lo que vimos (video de la dama blanca).


Cuando fuimos a decírselo a Ignacio Duermes, sus familiares nos dijeron por teléfono que, justo aquella noche, había fallecido. Quizá la dama blanca del Pinar de la Pedriza saliera esa noche, para despedirse de él.


Dicen que la dama blanca de La Cañada sale por el bosque en las noches de luna azul para lamentar una pérdida o para avisarnos de algo... ¿sobre qué quiere avisarnos? Eso queda en el lugar de su imaginación.



Cuidemos los bosques, con sus encantos y sus cuentos, con sus leyendas y sus sendas. Cuidemos su "magia".


Bosque de La Pedriza, La Cañada, agosto de 2015


















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